La flota española clama contra la “demonización” del sector y pide plazos reales a Bruselas
Armadoras, cofradías y astilleros defienden la descarbonización, pero inciden en que la tecnología todavía no está madura ni es accesible
Javier Garat es el secretario general de la Confederación Española de Pesca (Cepesca) y, hasta 2025, será uno de los miembros del Comité Económico y Social Europeo (CESE). Acaba de ejercer de ponente del dictamen exploratorio sobre la descarbonización de la flota pesquera, un documento del que emanan múltiples mensajes. Como este: “El CESE pide un calendario de descarbonización adecuado y realista en que los avances tecnológicos, logísticos y legislativos vayan de la mano. Lo contrario resultará en un incremento desproporcionado de costes –que convertirían al pescado en un artículo de lujo–, en pérdidas empresariales, en precariedad y en desempleo”. O este otro: “El reto va a ser cómo mantener vivo el sector pesquero y su contribución a la seguridad alimentaria. Es fundamental disponer de un apoyo institucional y de medidas de financiación y crediticias específicas que lleguen a todos los Estados miembros y a sus flotas”.
¿Cómo eliminar los buques de combustión interna para el año 2050, sin ayudas específicas ni flexibilidad en los plazos, sin arrasar al mismo tiempo con el sector? Este será el objeto de debate del Consejo de ministros informal de Pesca de la Unión Europea, que celebrará dos sesiones en Vigo este martes. Encuentro que no genera grandes expectativas en la pesca extractiva, que sí aspira a poner en valor su actividad ante los ojos de los Veintisiete. “Tenemos una oportunidad de oro para mostrar nuestro buen hacer. Podrán ver el funcionamiento de la lonja, cómo trabajan en ella 5.000 personas y cómo todo se ejecuta bajo los máximos estándares de calidad y seguridad”, defiende el presidente de la Cooperativa de Armadores de Vigo, Javier Touza. Él prefiere ver las cosas “en positivo”, sin aparcar por ello la defensa del sector. “Es importante que vean el impacto de sus decisiones, muchas arbitrarias, y cómo repercuten en el día a día de todas las personas que se dedican a la pesca”.
Pero la carrera hacia la descarbonización, tal y como se ha esbozado desde Bruselas, rompe todos los moldes. Lo destaca Touza, lo reconoce la Comisión Europea y lo ha defendido también Garat: “Por las actuales limitaciones, el Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (Fempa) no sirve para llevar a cabo esta transición” en materia energética. En España –abunda el presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores (FNCP), Basilio Otero–, existen algunas experiencias en electrificación. Pero han sido muy limitadas. “Los objetivos están muy bien, pero estamos muy en pañales. Sí que hemos instalado luces LED, placas solares para la recarga de baterías... pero son cosas muy pequeñas”. “Y si nos ponemos estrictos, podemos hablar de las emisiones que genera la construcción de la eólica, o de la importación de tierras raras de terceros países que utilizan la mano de obra infantil”, remacha.
Lo destaca también el gerente del Clúster del Naval Gallego (Aclunaga), Óscar Gómez. “La descarbonización de la flota es un hecho necesario e imparable, pero los pasos dados y la rapidez del proceso, sin haber tenido en cuenta las diferentes posibilidades técnicas, es un nuevo salto al vacío por partes de las diferentes administraciones. No hay expertise ni bagaje industrial, ni siquiera por parte de astilleros que están en la cima mundial de innovación tecnológica. “Todo tiene la posibilidad de ser implementado en diferentes niveles o estadios, toda empresa o autónomo debe tener la posibilidad de implantar sus soluciones poco a poco. El objetivo es siempre la reducción de las emisiones, no la eliminación absoluta a costa de no conocer los impactos reales de ciertas medidas”.
“Tenemos una gran oportunidad, pero han generado mucha frustración con la demonización de un sector que genera menos del 1% de las emisiones a nivel mundial”, censura el presidente de ARVI. De la cooperativa viguesa también es miembro Iván López, armador y presidente del Consejo Consultivo de la Flota Comunitaria de Larga Distancia (LDAC, Long Distance Fleet Advisory Council). A su juicio, lo más importante “no es el tamaño, sino la falta de tecnología. Esto no se trata de reemplazar el motor de un fueraborda”. Y llama la atención sobre un aspecto que no ha tenido en cuenta la Comisión Europea. “Cuando haya hidrógeno, seguro que en Noruega tendré puntos de recarga para el barco. ¿Pero lo habrá en Seychelles?”, ilustra. “No es lo mismo un barco de la ría que un atunero. Bruselas se olvida de la logística”.
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